“1. Alegraos, oh justos, en Jehová; En los íntegros es hermosa la alabanza.”
Salmo 33:1
Una de las cosas que hemos aprendido de David, es que era un adorador genuino, él había conocido a Dios en una forma real, y no ficticia, quien desde niño había experimentado su poder, su gloria, su majestuosidad, su soberanía, y una y otra vez lo encontramos dando siempre la gloria al Señor por algún suceso, extraordinario o no, en que Dios se haya manifestado. David sabía como llegar al corazón de Dios, y no era por sus habilidades o su simpatía, sino porque tenía un corazón moldeable, humilde, sincero, lo cual agradó a Dios y “lo sacó de detrás de las ovejas” y le dió el cargo de reinar en Israel (1 Crónicas 17:7), David era “un hombre conforme al corazón de Dios” (1 Samuel 13:14). David pecó, no fue perfecto, pero se arrepintió de corazón, y Dios escuchó su sincera oración (Salmo 51).
En el versículo que leemos hoy, que corresponde al Salmo 33, David nos insta y nos enseña a adorar en la forma correcta, genuina, y no superficial, al decirnos: “Alegraos, oh justos, en Jehová”, y la alegría que menciona David no es porque a nuestros oídos suena bien una canción, o los instrumentos suenan en perfecta armonía, sino que nos alegremos porque nuestra alabanza ha agradado el corazón de Dios, pero el Señor no escucha lo que sale de nuestra boca, o de nuestras habilidades musicales, Dios escucha lo que sale de nuestro corazón, al respecto el versículo termina diciéndonos: “En los íntegros es hermosa la alabanza”, en los íntegros, en los que no tienen otra intención de solo adorar al Señor, que no hay otra razón al alabar y adorar a Dios, que llegar a su corazón. Examinemos la intención de nuestro corazón al cantar al Señor y si hay alegría al hacerlo, no olvide que Dios se agrada de nuestra integridad.
Pr. Herman Gajardo P.
Comments