“10. ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.
11. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.
12. Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella.
13. Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.”
1 Samuel 1:10-13
Muchas veces pasamos por situaciones difíciles de soportar y nuestra humana reacción ante la amargura es llorar... y llorar abundantemente... lo mismo le pasó a Ana, la mujer que nos hablan los versículos que leemos hoy, ella era estéril y se burlaban de ella por su condición... pero ella determinó cambiar su situación y ora al Señor y clama por una respuesta a su complicada y triste condición. El versículo 11 nos dice que ella incluso hace un voto al Señor y se compromete a que si Dios le concede un hijo y si es varón ella lo consagrará de por vida al Señor... y ella sigue orando, y en su desesperación no pronuncia palabras sino que solo se movían sus labios, y ella hablaba en su corazón, en una intimidad que solo Dios puede escuchar.
Lamentablemente, esta dulce e intensa escena, es tergiversada por el sacerdote Elí, el cual al verla, pensó que estaba ebria, y la reta, y la conmina a salir del lugar, pero Ana le hace ver que no estaba ebria, que ella oraba y le suplicaba a Dios por un hijo... Elí conmovido por la situación, la anima diciéndole que Dios escuchará su oración. Al año siguiente Ana tuvo un hijo varón y le puso por nombre Samuel, el cual sería un profeta de renombre en las manos del Señor... amados, no hay imposibles para Dios, lo que le supliquemos al Señor debe ser de corazón, con profunda devoción y fe en Dios, quién escuchará la voz de nuestro corazón.
Pr. Herman Gajardo P.
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