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Foto del escritorPr. Herman Gajardo Pastén

BUENA ES LA SAL

“34. Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará?

35. Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga.”

Lucas 14:34-35


La sal (cloruro de sodio) forma parte imprescindible de la dieta, tanto por la importancia de sus funciones regulatorias de los líquidos del organismo, como por su rol en los procesos de transmisión nerviosa. Para las antiguas civilizaciones, la sal era un bien muy codiciado, que no sólo daba sabor a los alimentos, sino que también facilitaba la única posibilidad de conservar la carne. En el versículo 34, que leemos hoy, nos dice: “Buena es la sal”, pero sigue con la siguiente declaración: “mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará?”, o sea, la sal es buena mientras mantenga sus propiedades, pero si se hiciere insípida, entonces deja de ser útil, deja de ser importante, no sirve para cumplir su función. Jesús dijo a sus seguidores: “Vosotros sois la sal de la tierra” (Mateo 5:13), pero solo dependiendo de Dios nos podremos mantener aptos.


En el versículo 35 leemos: “Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga”, si la sal se hace insípida, efectivamente no sirve para nada. Si un cristiano pierde su relación con Dios, es como sal insípida, no producirá frutos, no podrá cumplir su función de siervo. La sal se puede hacer insípida debido a un factor químico de contaminación, de la misma manera un cristiano al contaminarse pierde sus propiedades. Pongámonos a cuenta con Dios y seamos útiles en sus manos.


Pr. Herman Gajardo P.


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