“23. He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.”
Mateo 1:23
Es imposible que una mujer virgen pueda concebir un hijo, pero las escrituras así lo profetizaron, “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo” (Isaías 7:14), por lo cual, era algo que solo Dios podía ejecutar, pues nada es imposible para Él, es por eso que los estudiosos de las escrituras estaban atentos a los acontecimientos, incluso los astrólogos, estudiantes de las estrellas de ese tiempo, descubrieron una nueva estrella y de inmediato lo asociaron con el nacimiento de un nuevo rey en Judá, y siendo extranjeros llegaron al palacio de Herodes para indagar mas, lo cual provocó la ira del rey y mandó a matar a todos los niños menores de dos años. Jesús, realmente era el que venía a cumplir todas las profecías que de Él se escribieron en el Antiguo Testamento, y la razón fue solo una: el inmenso amor de Dios por nosotros.
Luego, el versículo que leemos hoy, dice: “Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”, su nacimiento era imposible según nuestra naturaleza, pero era Dios mismo queriendo ser como uno de nosotros para poder revertir el juicio que nos condenaba por causa del pecado, y se hizo hombre, y estuvo entre nosotros, y lo despreciamos, y lo desechamos, y muere en una cruz para darnos salvación, y resucita al tercer día, y se levantó de entre los muertos, y nos resucita juntamente con Él y nos da su vida eterna, y prometió volver a buscarnos, y nos dejó a su Espíritu Santo para que esté con nosotros, todos los días, hasta el fin del mundo. “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 14:13). Solo Dios puede amarnos incondicionalmente. Bendito amor de Dios que está entre nosotros.
Pr. Herman Gajardo P.
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