“9. Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.”
Mateo 9:9
El entorno de la vida de Mateo era difícil, él había optado por trabajar para el imperio Romano que tenía subyugada a su país, a su familia, a su libertad. Él no era bien visto por los judíos de su entorno, más bien era odiado por lo que él había optado, considerando que cobrar un impuesto a cada ciudadano y entregar ese tributo al gobierno Romano. Ni siquiera era una culpa que se pudiera ocultar. Él era un hombre público, cuyo denostamiento social era ser llamado “publicano”.
Pero un día todo cambió. Jesús pasa por allí, donde él estaba trabajando, Jesús lo mira y simplemente le dice: “sígueme”. Y Mateo de inmediato, estuvo dispuesto a dejarlo todo. Lo que él acababa de escuchar era una invitación a salir de su agobiada vida, de terminar de una vez por todas con su soledad social, con no ser considerado por nadie, con tener sustento pero no tener en que sostenerse, porque él había sido educado desde pequeño en la Palabra, en las leyes mosaicas, en la historia ancestral del pueblo judío, y aquí estaba él ahora, trabajando para quienes oprimían a su pueblo.
Jesús sigue pasando, una y otra vez por nuestro lado, miles de predicadores nos invitan a escuchar su voz y a seguirle, pero aquí estamos nosotros, apegados a lo que estamos haciendo, amarrados a nuestra manera de vivir, tratando imperiosamente de salir de nuestro agobio con nuestro propio esfuerzo, y la invitación de Jesús es solo una voz a lo lejos, que se pierde entre nuestras convicciones. Y miramos hacia otro lado, y seguimos aferrados a nuestras creencias, a nuestros dioses, a nuestras costumbres, y nuestra vida, lejos de Dios, se sigue desintegrando.
Pero Jesús insiste en su llamado, Él te ama, Él me ama, Él ofrece su salvación, Él ofrece su misericordia, yo me levantaré de donde estoy y seguiré a Cristo..!! Será la mejor decisión de mi vida.!! Yo te seguiré Jesús..!! Ven tú también... Jesús espera por ti.
Pr. Herman Gajardo P.

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