“3. Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste.
4. Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos.
5. Me rodearon ondas de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron.
6. Ligaduras del Seol me rodearon; Tendieron sobre mí lazos de muerte.
7. En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios; Él oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó a sus oídos.”
2 Samuel 22:3-7
Nuestro Dios es Maravilloso, siempre podemos contar con Él, su Presencia nos cubre y nos protege, y de nuestro interior brotan sentimientos de agradecimiento hacia Él. Los versículos que leímos se encuentran en los escritos del profeta Samuel y claramente fueron el preámbulo de uno de los Salmos de David que todos más de alguna vez hemos cantado al Señor:
“Te amo Jehová, fortaleza mía,
Jehová roca mía y castillo mío,
mi libertador, Dios mío,
Fortaleza mía, en Él confiaré...
Mi escudo, y la fuerza de mi salvación,
mi alto Refugio, invocaré a Jehová,
quien es Digno de ser alabado
y seré salvo de mis enemigos...”
Las palabras que cantaba David, quizás junto a todo el pueblo, hoy las hacemos parte de nuestra vida y no nos cansamos de cantarlas una y otra vez, para decirle al Señor que lo amamos, que nuestra seguridad depende de Él, que nuestro clamor y nuestra adoración suban delante de su Presencia y que nos libre de violencia, y estaremos a salvo bajo sus alas de protección.
Pr. Herman Gajardo P.
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