“17. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.
18. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado".
Daniel 3:17-18
En estos versículos que leemos hoy, el profeta Daniel narra la historia de tres amigos hebreos que llegaron con él a Babilonia, los cuales debían acatar todas las leyes y ordenanzas del opresor rey Nabucodonosor, el cual hizo edificar una inmensa estatua de su persona y que todos debían arrodillarse ante ella al sonar los instrumentos de música. Los jóvenes hebreos, fieles y temerosos de Dios, rehusaron inclinarse ante esa estatua, pues los mandamientos prohíben inclinarse ante otros dioses o imágenes de cualquier tipo (Éxodo 20:4-5), ante lo cual el rey se enoja y los conmina a arrodillarse, de lo contrario los echarían a un horno de fuego ardiendo. El versículo 17, describe la respuesta de los jóvenes: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará”, ellos tenían la plena certeza que Dios estaba con ellos, pues ellos eran leales y fieles a los mandamientos y preceptos, y sabían que Dios podía librarlos.
El versículo 18, dice: “Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”, o sea, tenían tal convicción en su determinación, que incluso dicen que si Dios no los libraba del horno, tampoco adorarían esa estatua. Semejante fe y confianza en el Señor es la que necesitamos demostrar en este tiempo que nos ha tocado vivir, en que estamos expuestos a tantas disposiciones del mundo, todas contrarias a lo que Dios nos enseña en su Palabra, por lo cual, el ejemplo de estos jóvenes hebreos nos afirme en nuestra fe y dependencia total del Señor, para que nunca aceptemos servir ni inclinarnos ante ningún dios de este mundo.
Pr. Herman Gajardo P.
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