“19. por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
20. y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
21. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado
22. en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;
23. si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.”
Colosenses 1:19-23
Que tremendo y agradable es hablar de Jesucristo, el cual cada día nos asombra por su tremenda importancia en todo lo que existe y muy especialmente en nuestras vidas, considerando que sin Él no somos nada, verdaderamente Él es nuestro respirar, nuestro aire, nuestro existir, nuestro presente y nuestro futuro.
Es interesante entender lo que nos dice el versículo 19, al afirmar que “por cuanto agradó al Padre que en Él habitase toda plenitud”, en otras palabras en la persona de Jesucristo estaba el Padre, el hijo, y el Espíritu Santo, o sea la divinidad completa. Y en el versículo 20 nos enseña que “por medio de Él, reconciliar consigo todas las cosas... haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”. Tremendo. Maravilloso.
En los versículos 21 al 23, nos recuerda que nosotros, aún siendo malos, fuimos reconciliados por medio de su muerte, “para presentarnos santos y sin mancha e irreprensibles delante del Padre, ¡¡Bendito sea el Señor..!!, pero tengamos presente que para ser partícipes de esto tan glorioso, debemos permanecer “fundados y firmes en la fe”, y sin movernos de la esperanza del evangelio que hemos oído y creído. Si tu no tienes esta seguridad, hoy es el día para que te pongas a cuentas con el Señor.
Pr. Herman Gajardo P.
Comments