“1. Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta.
2. Y embarcándonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica.”
Hechos 27:1-2
Al leer estos versículos de hoy, podríamos pensar que por fin terminaba el tiempo de sufrimiento e incertidumbre del apóstol Pablo, pues llegaba el cumplimiento de ser enviado a Roma, en donde cumpliría la misión que le había encomendado el Señor. Atrás quedarían los sinsabores del flagelo, los azotes, el ser encadenado, aislado de su familia y de sus amistades. El viaje en barco, y navegando tranquilamente le traería paz y consuelo a su castigado cuerpo. El viaje no demoraría mucho. El agradable aire marino le haría olvidar el encierro en una prisión. Y es que nosotros tenemos la tendencia a que sea realidad ese dicho popular que dice: “No hay mal que dure cien años”, pero, la Biblia nos dice: “…mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová”, y eso, es parte de la Soberanía de Dios que tenemos que tener claro y aceptarlo, pues Dios quiere lo mejor para nosotros.
Frente a toda circunstancia adversa, nunca olvidemos que Dios ha prometido estar con nosotros: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:2). Bendito sea el Señor.
Pr. Herman Gajardo P.
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