“10. Y Saúl procuró enclavar a David con la lanza a la pared, pero él se apartó de delante de Saúl, el cual hirió con la lanza en la pared; y David huyó, y escapó aquella noche.
11. Saúl envió luego mensajeros a casa de David para que lo vigilasen, y lo matasen a la mañana. Mas Mical su mujer avisó a David, diciendo: Si no salvas tu vida esta noche, mañana serás muerto.
12. Y descolgó Mical a David por una ventana; y él se fue y huyó, y escapó.”
1 Samuel 19:10-12
El rey Saúl nunca aceptó ser rechazado por Dios y le hizo la vida imposible al ungido como futuro rey, y por lo mismo, una y otra vez intenta matarlo. En el versículo 10 que leímos hoy, nos dice que David es atacado por Saúl, quién intenta atravesarlo con una lanza y David la esquiva y decide huir del palacio donde vivía, con la ayuda de su esposa Mical, hija de Saúl.
Muchos piensan que David debió defenderse y matar a Saúl, y quedarse con el título de rey, que Dios mismo le había dado, pero David tenía un corazón íntegro y determina nunca levantar su mano contra Saúl, pues para él, el rey era un ungido por Dios, aunque por su desobediencia Dios lo había desechado.
Esto nos enseña a pensar y determinar en nuestro corazón imitar este ejemplo de respetar siempre a nuestras autoridades, pues detrás de todo siempre está la voluntad de Dios. Y no me refiero solo a autoridades gubernamentales, sino también a quienes están sobre nosotros, como nuestros padres, nuestros jefes, autoridades eclesiásticas o políticas, no nos olvidemos que Dios ve la intención de nuestro corazón. Cuidemos nuestro corazón, aunque a veces implique tener que huir, para salvar nuestra vida, y no pecar. El pecado nos quiere matar.
Pr. Herman Gajardo P.
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